lunes, 10 de septiembre de 2007

La complacencia de González, la valentía de Lizarbe

Continuando con la serie de artículos, comentarios y entrevistas que giran en torno a la política navarra publicados en El País y que tratarían de explicar la conducta del PSOE-PSN, el pasado sábado Felipe González publicaba en el mismo periódico un texto titulado “Navarra”. Su análisis es puramente de defensa de las posiciones mantenidas por el PSN, tanto en la campaña como posteriormente, sin asomo de autocrítica y razonando la pobreza de los resultados obtenidos y las complicaciones de su gestión por el hecho de las dificultades inherentes a un escenario de confrontación entre dos polos identitarios. En la primera parte del artículo insiste una y otra vez en la interpretación de que Navarra “estaba y está sometido al choque de trenes de nacionalismos enfrentados que dividen a la comunidad más por razones identitarias que por las propuestas de ideas incluyentes de la diversidad”, derivándose de ello la fortaleza de UPN, los progresos de Nafarroa Bai y el estancamiento socialista.

Para González, la solución, a la hora de conformar gobierno, debía de haber descansado sobre la cesión de responsabilidades a la primera fuerza política. En caso de que ésta hubiera fracasado, debía de haberse dado protagonismo a la segunda. En la hipótesis de que UPN y Nafarroa Bai no hubieran recabado los apoyos suficientes, debían de haberse repetido las elecciones.

En su comentario a la gestión política producida de hecho, González expresa: “No tengo la menor idea de cómo se produjeron las conversaciones entre la dirección federal de los socialistas y los compañeros de Navarra a partir del día electoral, pero comprendo la posición de la Ejecutiva, más allá de razones estatutarias. Si me hubiera tocado decidir, hubiera hecho algo semejante, con la salvedad de que no conozco las razones de la dirección más allá de lo hecho público en medio del ruido de las interpretaciones”.

Como contrapunto al comentario de González, y también a los demás artículos que han incidido en la racionalidad de las decisiones de Ferraz, hoy mismo publicaba Juan José Lizarbe, exsecretario de la organización socialista navarra, un interesante artículo en Diario de Noticias en el que ponía firmemente los puntos sobre los íes al hablar de los resultados y de las estrategias llevadas por el PSN. Habla sin tapujos de la inercia negativa de algunas propuestas como por ejemplo la referida a la Transitoria, así como de que la estrategia electoral desarrollada no ha arañado “ni un voto por el centro a UPN, ni hemos obtenido nada de los nuevos votantes jóvenes progresistas que NaBai sí ha sabido seducir. Desde luego no hemos liderado desde la centralidad política, el importante abanico de progreso social mayoritario, y que excede con mucho de los setenta mil votos recibidos. Decenas de miles de votos progresistas han recalado en NaBai sin ser nacionalistas y en UPN sin ser de derechas, porque no les hemos convencido”. Desde luego, es evidente que los problemas del PSN vienen sobre todo de la pérdida de varias decenas de miles de votos en las elecciones autonómicas respecto a las generales, algo crónico, pero altamente puesto de manifiesto esta vez.

Por otra parte, el socialismo navarro para nada se ha beneficiado de la circunstancia de estar gobernando el PSOE en Madrid. El 27-M nada supuso el efecto ZP en el resultado del socialismo navarro, de nada nos sirvió el aumento de la participación, nada nos aportó el aire fresco de los miles de nuevos votantes jóvenes, ni que en doce años fuesen las primeras elecciones con gobierno socialista y no conservador en la Moncloa, ni que nunca se viesen tantos ministros y líderes socialistas en nuestros mítines”. Para Lizarbe, lejos de las explicaciones de otros que subrayan la dificultad del escenario para el socialismo navarro, “si tenemos un techo electoral de cristal es producto de nuestra actitud y actuaciones, y no de ninguna fuerza maligna. La excesiva ambigüedad del mensaje de cambio en la campaña, la ausencia de claridad en las intenciones, la nefasta organización de la misma, los cuestionables y en muchos casos caprichosos relevos en las candidaturas, etcétera, no son las mejores recetas para aumentar el número de votos". "Lejos de abrirnos a la sociedad, en los últimos tiempos, nuestro partido se ha cerrado más en sí mismo, llegándose incluso a confundir la sana discrepancia interna con la disidencia -negando y reprimiendo aquélla e identificándola con ésta-. En lugar de emular al PSOE, hemos desatendido a muchos movimientos sociales, haciendo caso omiso de novedosas propuestas sociales, y la pretendida sintonía con los agentes económicos y sociales es pura desintonía en cantidad de asuntos. El despropósito no libra la consideración equivocada sobre la responsabilidad de los medios de comunicación. Siempre la culpa en el ojo ajeno, sin capacidad de autocrítica. Probablemente todo lo anterior ha contribuido a quedarnos en tercera fuerza política”.

Si valientes son las palabras anteriores, no lo son menos las que siguen, referidas a las posiciones de sectores del propio PSN relativas a los pactos de gobierno: “Y claro, en esta permanente búsqueda de culpables de nuestros propios males, llega la decisión de Ferraz, sobre la que caen todas las miradas de culpabilidad. Al principio daba la impresión de que aquí todos queríamos, pero que allí no nos dejaron. El paso de las semanas va demostrando que allí no querían desde el primer día, pero que aquí no todos estábamos por el gobierno de coalición progresista que sustituyese a UPN, tal y como han manifestado varios compañeros. En cualquier caso, y al margen de esa diferencia tan conocida como hasta ahora silenciada, la culpabilización de la decisión federal puede evitar, tanto como anteriormente las expectativas fallidas de cambio, una evaluación de la deficiente gestión política realizada. Sería un error. La responsabilidad de la decisión es federal, pero el resto de responsabilidades son regionales: antes y después de la jornada electoral, incluida la mala gestión del resultado y las expectativas de cambio en Navarra y en Madrid”.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Sigue la ceremonia de la confusión

Diversas noticias recogidas de las ediciones digitales del Diario de Navarra y de El Pais del día de ayer parecen certificar que el maquiavelismo de Zapatero en relación con Navarra pasa por la continuación de la ceremonia de la confusión.

La primera noticia la protagoniza el Foro para el Relanzamiento del Socialismo. Este grupo del PSN, crítico y renuente a las decisiones de Ferraz, formado por militantes de la Comarca de Pamplona, Alsasua y Zona Media y Tierra Estella, afirma que pactar con «la derecha» en la designación del senador autonómico y de otros cargos institucionales ahondará «en el descrédito político del PSN-PSOE». Para dicho colectivo, la estrategia que se establezca en la configuración de dichos órganos y referentes institucionales «marcará el papel que el proyecto socialista» tendrá para recuperarse como «referente del bloque de progreso» o ser «apoyo o deudor subordinado del bloque conservador». Por otro lado, el Foro expresó su preocupación por las consecuencias que la conformación del Gobierno de Navarra en minoría de UPN-CDN puede tener en «la situación política e institucional» de gobiernos municipales apoyados o conformados por el PSN-PSOE y «otras fuerzas de progreso» (Nafarroa Bai e Izquierda Unida) a raíz del acuerdo del 15 de junio, en referencia a los de ayuntamientos de Barañáin, Burlada, Zizur Mayor, Villava, Alsasua y Olite. Así, «desde el más absoluto respeto al ámbito estatutario de decisión», el Foro instó a las direcciones de PSN y del PSOE a que fortalezcan estos gobiernos municipales, «mediante la profundización en la colaboración institucional, la síntesis programática y la mutua lealtad entre las formaciones políticas referidas». También reclamaron que se configuren «alianzas políticas dentro de la mayoría social de progreso, a ser posible bajo dirección socialista, evitando la connivencia estratégica con la derecha política», cumplimiento así «las resoluciones congresuales del octavo congreso del PSN-PSOE».

La segunda noticia tiene más enjundia. Su protagonista es el fracasado cabeza de lista del PSN al Ayuntamiento de Pamplona, el arquitecto Javier Torrens, y gira en torno a la conducta política que mantendrá el PSN con respecto a ANV, partido que, en la lotería de legalizaciones e ilegalizaciones pactada entre el PSOE y la izquierda abertzale, obtuvo el marchamo de la legalidad en Pamplona. Recordemos que el primer desaire que el PSN mostró a Nafarroa Bai fue precisamente ceder la alcaldía de Pamplona a Yolanda Barcina, la candidata de UPN, en detrimento de la opción representada por Uxue Barkos porque los socialistas dijeron que de ninguna manera podían coincidir en el sentido del voto con ANV. Pues bien, en una rueda de prensa en la que estuvo acompañado por los otros tres ediles del grupo municipal, Maite Esporrín, Jorge Mori y Eduardo Vall, y en la que dieron a conocer su organización interna y varias propuestas políticas, al ser preguntado sobre si tendrían inconveniente en coincidir en el voto con ANV, Torrens señaló que tras las elecciones municipales ya dijeron y siguen manteniendo que no gobernarían con esa formación, pero precisó que «sí» se apuntarán a «propuestas buenas para los ciudadanos, buenas para la ciudad, que estén en nuestro programa o en el de otros, pero que entendemos que son necesarias». «En esos casos podríamos admitir la colaboración o el apoyo de ANV», anunció el edil, quien subrayó que «en ningún caso una propuesta nuestra que esté votada por ANV la vamos a retirar, ni tampoco las de los demás grupos e incluso si ANV hace una propuesta que nos parece interesante para la ciudad y los ciudadanos la apoyaremos». Asimismo, Torrens incidió en que «la correlación de fuerzas de los grupos municipales y las pérdida de mayoría absoluta de UPN que debe gobernar en minoría coloca al grupo socialista en una situación privilegiada con grandes posibilidades de imponer y acordar» el contenido de su programa electoral que consideran «ambicioso y muy bueno para la ciudadanía». Tras apuntar que su grupo» tiene posibilidad real de ser la llave de la solución de muchos de los acuerdos y las propuestas municipales», señaló que, tanto en las iniciativas que puedan presentar con el resto de la oposición como con el equipo de gobierno, buscarán «siempre el máximo consenso en los acuerdos». En relación con el proceso de elección de presidente de la Mancomunidad de Pamplona, dijo que compete a la Ejecutiva de su partido presentar un candidato y negociar con los diferentes grupos, si bien opinó que «la cosa está bastante complicada».

La última noticia tiene visos de tragicomicidad (es decir, sería trágica, al menos para cualquier navarro que se precie, si no fuera cómica), preguntándose uno cuáles son los motivos de que figure en portada de la edición digital vespertina de El País del día de ayer. Narra, en plan chascarrillo total, la normalización de las relaciones personales entre Zapatero y Jaime Ignacio Del Burgo en la cafetería del pasillo del Congreso. Según nos cuenta el diario del grupo PRISA, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, transmitió ayer al diputado de UPN Jaime Ignacio del Burgo que está dispuesto a una "mayor colaboración" con este partido en Navarra "si las cosas van bien" durante los próximos meses y no surgen problemas entre los Ejecutivos central y foral. Zapatero y Del Burgo mantuvieron una conversación "privada y muy cordial" en la cafetería del Congreso de los Diputados que sirvió para intercambiar pareceres y hacerse algunos reproches, pero siempre en un tono "muy cariñoso", según ha explicado el propio diputado del Grupo Popular. La conversación fue divertida", ha puntualizado. "Cuando estábamos en el escaño me había hecho un gesto con la mano como diciendo 'te voy a dar'. Después, en el bar, se acercó a mí cuando ya me marchaba. Yo me puse de espaldas a la pared con los brazos en alto diciendo 'a ver por qué se me va a fusilar'". Siempre según la versión del diputado popular, Zapatero le comentó que durante las vacaciones le había escuchado decir "unas cosas durísimas un domingo por la mañana en la Cope" sobre el posible pacto de Nafarroa Bai y el Partido Socialista para gobernar la comunidad autónoma. Del Burgo justificó sus palabras en la emisora de la Conferencia Episcopal por el contexto" político que se vivía aquellos días en Navarra y aprovechó para preguntar a Zapatero si existe algún "pacto" secreto entre PSN y Nafarroa Bai para presentar una moción de censura a Miguel Sanz y arrebatarle el poder después de las elecciones generales.

El jefe del Ejecutivo tranquilizó a Del Burgo y le aseguró que "la relación se puede estrechar con el gobierno de UPN si las cosas van bien" durante los próximos meses. Entre medias, se sumó a la charla el socialista Alfonso Guerra, presidente de la Comisión Constitucional del Congreso, para apuntar en tono de broma que "estos católicos tienen poca fe" en el futuro de Navarra. La réplica del diputado de UPN fue inmediata: "Hasta Santo Tomás dudó". La conversación entre el presidente del Gobierno y el portavoz de UPN avanzó poco a poco hacia otro tipo de cuestiones, pero manteniendo el clima de "máxima cordialidad".

Sobre el maquiavelismo de Zapatero

El lunes pasado día 3 El País publicaba, bajo el título “Navarra”, un artículo de opinión del sociólogo aragonés, y profesor de la Universidad Complutense, Enrique Gil Calvo. En él se refería al tema navarro como uno de los “dos temas oscuros”, junto con el de las infraestructuras catalanas, que “podrían convertirse en verdaderas cargas de profundidad, pues ponen en tela de juicio la retórica política del actual Gobierno socialista”. Las opiniones de Gil Calvo sobre la actitud del PSOE en relación con Navarra durante este verano eran las siguientes:

“En principio, la resolución de la crisis navarra de ingobernabilidad, abierta por unos resultados electorales imposibles de conciliar, parecía satisfacer con éxito el habitual diseño de la marca Zapatero, refinadamente maquiavélico: un diseño que en otras ocasiones he calificado de equilibrista o funambulesco. En efecto, como es sabido, la estrategia radical del Partido Popular es que quiere provocar la polarización de España para empujar a Zapatero al otro extremo del espectro, donde se quedaría encerrado y enredado con las minorías antisistema: nacionalistas, izquierdistas, independentistas, etcétera. Y para escapar de esa trampa, Zapatero tiene que lograr la cuadratura del círculo, quedando en tierra de nadie y caminando por la cuerda floja entre los fuegos cruzados del PP y los secesionistas, algo que hasta ahora ha sabido conseguir con éxito. Así ocurrió con la crisis del Estatuto catalán, en la que Zapatero logró pactar con Artur Mas una posición intermedia que era rechazada tanto por el españolismo del PP como por el independentismo de ERC. También ha pasado algo parecido en el País Vasco, donde Zapatero ha logrado entenderse con el transversalismo de Imaz pactando una posición equidistante entre el españolismo del PP y el independentismo de Ibarretxe, EA y Batasuna. Y aplicando el mismo diseño, el funámbulo Zapatero ha querido hacer lo mismo en Navarra, pactando con UPN un arreglo equilibrado que le permitiera escapar tanto del españolismo del PP como del vasquismo de Nafarroa Bai: de ahí las contrapartidas que ha venido ofreciendo Miguel Sanz (separación parlamentaria del PP, retirada del recurso contra la Ley de Dependencia, tolerancia del aborto quizá). Pero con lo que no contaba Zapatero era con que se le rebelasen las bases navarras del partido socialista, que como antes les pasó a los socialistas catalanes se habían tomado al pie de la letra la oferta de Zapatero de respetar y hacer cumplir la voluntad de los navarros.

Aquí es donde está el problema: en la deriva hacia el confederalismo a la que ha conducido la peligrosa oferta de Zapatero de multiplicar el autogobierno de la España plural. Dejándose llevar por esa idea, los socialistas navarros, como antes los catalanes, reclaman hoy poder cumplir su propia voluntad territorial, con independencia de las consecuencias que ello pueda tener en el resto de España. Un sentimiento éste que también está detrás del malestar de los catalanes ante sus fallos infraestructurales, de los que sólo saben culpar a España y a los españoles. De ahí que ahora el aprendiz de brujo Zapatero pretenda recuperar la identidad unitaria vendiendo la marca Gobierno de España. Aunque quizá sea ya demasiado tarde”.

En ese artículo habla del maquiavelismo del presidente del Gobierno y lo ilustra con tres casos empíricos: el catalán, el de la CAV y el de Navarra. Hay que de decir que son tres ejemplos con fundamentos ciertamente dispares. En Cataluña Zetapé se aprovechó de la competencia entre CiU y ERC por liderar el nacionalismo catalán para negociar separadamente con cada partido en cada fase de la negociación del Estatut, y aprovecharse así de las debilidades de cada uno con el fin de extraer el máximo rendimiento. Tras desalojar del gobierno a Convergència a finales del 2003, limó a la baja las aspiraciones estatutarias de Esquerra con la colaboración activísima del partido de Mas, con lo que el PSOE conseguía la aquiescencia de sus sectores más jacobinos y abría una brecha difícil de reparar entre los dos partidos nacionalistas, máxime si éstos siguen empeñados en centrar sus esfuerzos en competir por poder gobernar en coalición con el PSC al menor coste para éste.

En la CAV la actitud maquiavélica de Zapatero no ha medrado a partir de ninguna reforma estaturia (relegada ad calendas graecas después de que las Cortes rechazaran la propuesta del lehendakari a principios de 2005), sino gracias al diseño establecido en relación con la negociación con ETA y con Batasuna. En vez de fijarse desde el principio un itinerario con dos carriles negociadores (uno militar entre el Gobierno y ETA y otro político en el que debían haber intervenido todas las formaciones), hasta septiembre de 2006 sólo habrían conversado en ambos planos dos interlocutores bifrontes: por un lado, el Gobierno-PSOE, y, por otro, ETA-Batasuna. A pesar de que ambos protagonistas han argumentado que las conversaciones políticas eran sólo metodológicas (siguiéndolo siendo hasta la ruptura total), la verdad es que, por lo que ha terminado sabiendo, los contenidos eran ciertamente políticos, otorgando un plus de protagonismo (que, andando el tiempo, debería traducirse en un plus de rendimiento electoral) a los participantes en las reuniones. El hecho de que a partir de septiembre de 2006 se incorporara, mediante invitación exclusiva, el PNV, mostraría que todas las conversaciones llevadas a cabo entre representantes del PSE-PSOE con representantes de Batasuna durante años (se habla que desde el año 2000), primero de carácter exploratorio y luego de naturaleza, es de esperar, más delimitatoria, se habían saldado ya con un fracaso, fracaso que sería necesario compartir con un tercero, justamente el último invitado a la mesa. Toda esa dinámica prenegociadora y negociadora registrada entre 2000 y 2006, acelerada tras 2004, ya de partida originó un clima de incertidumbre en los demás actores ante los hipotéticos escenarios que se podían haber instalado si el proceso de negociación con ETA se hubiera encauzado positivamente. Ese clima ha sido sustituído en los últimos meses por una sensación de impasse a la que el futuro inmediato dará salida, pero sin que se pueda vislumbrar con seguridad que se vaya a sustanciar una alternativa sólida al tripartito actual en la medida en que las alianzas transversales han brillado totalmente por su ausencia después de las últimas elecciones.

Sin embargo, en el caso de Navarra el maquiavelismo de Zapatero ha rizado el rizo. Si en Cataluña y en la CAV se ha dirigido a crear espacios de duda y de incertidumbre en los adversarios con el fin de dificultar sus decisiones, en Navarra los principales afectados por él no han sido ni UPN ni Nafarroa Bai, sino la propia organización territorial del PSOE. Independientemente de las responsabilidades, lo cierto es que la estrategia de marcha y contramarcha y vuelta a empezar ha desorientado especialmente a la propia militancia del PSN que llegó a pensar que era una organización capaz de discurrir autónomamente y ha comprobado que no es más que una sucursal sin peso alguno. En Nafarroa Bai los hechos han creado frustración por la evidencia de la continuación del pacto estructural entre UPN y PSOE para mantener el sistema político excluyente del Amejoramiento, pero, a la vez, satisfacción, por diversas razones: porque no se han cometido errores, porque se han ideado discursos válidos en todos los terrenos, porque las contradicciones quedan en territorio ajeno, y porque el papel protagonista y tractor en los escaños de la oposición será rentable a medio y largo plazo.

martes, 4 de septiembre de 2007

Otro editorial de El Pais

Los editorialistas de El Pais vuelven hoy a la carga, con un editorial titulado Las razones de Ferraz, tratando de proporcionar legitimidad a las decisiones tomadas por la dirección del PSOE en relación con Navarra. El editorial dice lo siguiente:

“La razón fundamental de la dirección del PSOE para no avalar una coalición con NaBai para gobernar Navarra fue el insuficiente resultado electoral del PSN. Así lo aclaraba el presidente Zapatero en la entrevista publicada el domingo en este periódico, y así lo explicó el sábado en Pamplona el secretario de organización, José Blanco. Zapatero considera relevante el hecho de que los socialistas fueran la tercera fuerza, y también que la coalición que venía gobernando con Sanz de presidente alcanzara el 46% de los votos. Tanto Zapatero como Blanco dijeron que la posición finalmente acordada había sido la de la dirección socialista desde el primer momento.

Si esto es así, hubo un problema de comunicación. Lo ministros y portavoces dijeron al hacer balance de los resultados del 27-M que la derecha había perdido el Gobierno de Navarra (al igual que los de Canarias y Baleares), y que la política de alianzas en la comunidad foral la decidirían los socialistas navarros. Y como estos se inclinaban por intentar gobernar con NaBai (e IU), se dio por supuesto que eso era lo que quería Ferraz (y La Moncloa). Al no dejarlo claro, las conversaciones con la coalición nacionalista llegaron hasta el acuerdo programático, lo que no es poca cosa; encallaron en la discusión del reparto de carteras, en la que el PSN planteó unas pretensiones impropias de un partido que había sido tercera fuerza.

Los argumentos que ha dado Blanco son razonables. La debilidad socialista (12 escaños sobre 50, frente a los 22 de UPN), unida a la heterogeneidad de NaBai (coalición de cuatro partidos) haría muy vulnerable al Gobierno alternativo. Y ofrecería flancos a la crítica de la derecha en temas como la relación con ANV (la pantalla de la ilegal Batasuna) o la propuesta de referéndum soberanista de Ibarretxe, que sin duda apoyaría una parte de la coalición. Un fracaso del experimento por escasa cohesión interna, más el riesgo de un efecto electoral negativo en el conjunto de España, eran razones para que Ferraz optase por descartar la alternativa.

Pero al permitir que las cosas llegaran demasiado lejos, esa dirección creó expectativas que se vieron defraudadas y tuvo que recurrir al criterio de autoridad para hacer frente a quienes la desafiaron votando una resolución cuando Ferraz ya había zanjado. Algo así habría sido conflictivo en cualquier momento, pero hasta hace unos años a nadie se le habría ocurrido cuestionar que la última palabra en materia de pactos la tiene la dirección central del partido. Ahora eso no puede darse por establecido”.

Según se ve, dan por buenas las razones esgrimidas por Blanco en Pamplona el pasado sábado y por Zapatero en entrevista en el mismo El País el domingo. Esas razones apuntaban al insuficiente resultado logrado por el PSN y a la entidad de la mayoría minoritaria de UPN. Con todo, los editorialistas de El Pais expresan su estupor ante las afirmaciones de aquellos dirigentes de que la dirección del PSOE había tomado desde el mismo 27 de mayo la decisión de dejar gobernar en minoría a UPN, por cuanto manifestaciones posteriores emitidas desde Ferraz afirmaban tanto la posibilidad de desalojar a la derecha del gobierno de Navarra como la autonomía del PSN a la hora de tomar decisiones, cuestiones ambas que finalmente llevaron a que las conversaciones con Nafarroa Bai llegaran hasta el acuerdo programático, lo que, en opinión de los mismos editorialistas, “no es poca cosa”.

Sin embargo, del asombro no se sigue imputación profunda alguna referida a la conducta del PSOE, sino más bien una exculpación. Las flagrantes contradicciones apuntadas entre lo manifestado por Blanco y por Zapatero y la sucesión de los mismos acontecimientos acontecidos son resueltas por los editorialistas del periódico de PRISA con el manido recurso de echar balones fuera. La culpa la tienen, en primer lugar, presuntos problemas de comunicación que se habrían registrado entre el PSN y el PSOE, provocados por la tendencia de las organizaciones territoriales del partido socialista durante los últimos años a “cuestionar que la última palabra en materia de pactos la tiene la dirección central del partido”. Pero, sobre todo, la responsabilidad recae en factores relacionados con Nafarroa Bai, no con la actitud mantenida por esta formación durante todos estos últimos meses, sino con hipotéticas disensiones que podrían tener lugar en el seno de esta coalición. Los comentaristas de El Pais se refieren a que la heterogeneidad de la misma debilitaría un posible gobierno tripartito debido a que cuestiones como las relaciones con ANV o las actitudes ante un hipotético referéndum convocado en la CAV serían elementos de división entre los partidos integrantes de NaBai. Dejando de lado la cuestión de ANV que merece un extenso tratamiento por separado y cuya gestión principal y prevalente ha correspondido y corresponde en exclusiva al PSOE, el último argumento de los citados es, a nuestro juicio, ciertamente peregrino. En el acuerdo programático de gobierno consensuado por el PSN, Nafarroa Bai e IU (y que, por cierto, los comentaristas madrileños ningunean una y otra vez, haciendo oídos sordos a sus contenidos) quedaba claro que se aceptaba sin ambages el marco institucional navarro. Ergo, cualquier cuestión que se hubiera planteado en la CAV habría sido debatida solamente en la CAV, siendo objeto de discusión exclusivamente allí.

lunes, 3 de septiembre de 2007

El relato de Blanco, el relato de Zapatero

Como es harto conocido, el pasado sábado José Blanco, Secretario de Organización del PSOE, hizo público su relato en relación con las negociaciones para la conformación del Gobierno de Navarra. Blanco aclaró, ante el total desconcierto de las bases navarras de su partido, cuya campaña se basó en la posibilidad de cambio político, que, desde el primer momento, Puras y Chivite conocían la posición favorable de los órganos federales del PSN a que UPN gobernara en minoría debido a que, en opinión de dichos órganos, un gobierno tripartito con Nafarroa Bai e IU habría sido “incierto, frágil y quizás efímero” porque los socialistas no eran el “elemento dominante” del mismo y porque Nafarroa Bai es una fuerza “inestable” que carece de solidez.

Después de haber sido dejado, junto con Puras, al pie de los caballos de semejante manera por Ferraz, resulta del todo punto increíble que Chivite, Secretario del PSN, hubiera comunicada a la salida de la reunión del sábado que, lejos de pensar en dimitir de su cargo, plantea agotar su mandato de cuatro años.

Sin embargo, la postura de Chivite no es la única prueba de que en el socialismo navarro lo que va, ya de por sí, mal irá inexorablemente a peor. El mismo sábado, el portavoz del grupo parlamentario socialista en el legislativo navarro, Roberto Jiménez (de quien hay rumores ciertamente negativos sobre su papel en el affaire de La Montañesa), venía a decir, en declaraciones transmitidas por Radio Euskadi, que las palabras de Blanco se habían malinterpretado, que no había habido ninguna postura rotundamente negativa desde el inicio desde los órganos federales del partido en relación con las negociaciones con Nafarroa Bai y con IU, y que, por el contrario, se habían permitido negociaciones de naturaleza exploratoria.

Desgraciadamente para Jiménez (y es absolutamente increíble que nadie se lo hubiera comunicado), el domingo El País publicaba una extensísima entrevista con Rodriguez Zapatero en la que al tema navarro se le dedicaba una parte nada desdeñable y en la que el Presidente del Gobierno se muestra todavía más rotundo que Blanco. En un país normal, semejante resbalón se zanjaría con una dimisión, acabándose así el periplo político de Jiménez.

Los párrafos de la entrevista dedicados a Navarra son los siguientes (nótese la actitud nada condescendiente de entrevistador):

“P. Me gustaría saber en qué momento hizo usted la reflexión de que resultaba más conveniente dejar gobernar a UPN en Navarra que aliarse con Nafarroa Bai.
R. Es una decisión que he tenido siempre. Cuando planteábamos la hipótesis de cuál iba a ser el resultado electoral en Navarra, siempre entendí que una etapa de colaboración razonable entre UPN y PSN sería muy positiva para la Comunidad navarra. Si nos retrotraemos a la propia precampaña, nunca hubo por mi parte ningún guiño a lo que pudiera ser un Gobierno de cambio.
P. Eso es verdad. Pero el Partido Socialista de Navarra sí lanzó luego mensajes en ese sentido.
R. No, no. No en la campaña. Vamos a ver, yo creo que es que hay que entender...
P. En la campaña no. Pero luego sí.
R. No. Bueno. Posteriormente. Yo creo que hay que entender algunos aspectos de la situación de Navarra. Primero, el Partido Socialista de Navarra fue tercera fuerza política. UPN perdió la mayoría absoluta, pero obtuvo un resultado del 46%, un resultado importante. Es decir, yo creo que, siendo tercera fuerza política, tiene que haber una razón muy, muy poderosa, y un entendimiento indudable con la segunda fuerza política, en este caso con Nafarroa Bai, para hacer una alternativa en toda regla al Gobierno de UPN. Siempre que UPN, en este caso Miguel Sanz, hiciera una oferta razonable de colaboración. En mi opinión, va a ser bueno para la convivencia. Es decir, este país tiene que acostumbrarse a que puede ser que en Galicia el PSOE gobierne con el BNG, y que en Navarra colaboremos con UPN. O que mañana podamos gobernar con... Por cierto, quiero decir que tengo el máximo respeto democrático a Nafarroa Bai.
P. Pero si el razonamiento fue así desde el principio, ¿no hubiera sido conveniente dejar clara su opinión públicamente? ¿O habérsela hecho llegar con más claridad al Partido Socialista de Navarra para evitar las tensiones internas que se han producido al final?
R. Ha habido un debate, un debate democrático. Y todavía seguimos debatiendo. Mañana [por ayer] hay un comité regional en Navarra. Yo entiendo a los compañeros de Navarra. Han sufrido ataques muy duros de UPN, del Partido Popular, y tienen, lógicamente, el amor propio afectado. Pero a veces, en política, por el bien común, hay que saber aguantar esos ataques.
P. No digo que no, y no cuestiono la decisión final. Le pregunto, como otro ejemplo de lo que decíamos al principio de la entrevista, si el proceso de ir de un punto a otro se ha efectuado de manera óptima o se han cometido errores en la gestión.
R. Pero seamos objetivos. No era una situación fácil.
P. No digo que sea fácil.
R. Es decir, lo que no podemos es decir que las situaciones difíciles tienen respuestas fáciles. Eso pasa en pocas ocasiones. No era una situación fácil, porque UPN se había quedado a uno de la mayoría, porque nosotros estábamos detrás de Nafarroa Bai, porque había ganas de cambio, porque el PSN había recibido, y el PSOE, muchas agresiones de UPN y del PP. No era una situación fácil. La gestión no era fácil y era una gestión con problemas, todo el mundo lo ha visto y es reconocible.
P. Si tuviera que volver a gestionar el proceso, sabiendo el resultado final, ¿lo volvería a hacer igual?
R. En lo que depende de la dirección federal, básicamente sí. Es decir, aquí se había cruzado el impulso político, la pasión política, con una perspectiva de más largo plazo, más de fondo, de más día a día, que nosotros queríamos trasladar al PSN, y que lo hemos hecho con la mayor prudencia. Con el mayor tiempo por delante, para que la reflexión fuera compartida, integrada, y no fuera como...
P. No ha sido muy compartida ni muy integrada, al final.
R. Bueno, vamos a verlo.
P. ¿Cómo se van a curar esas heridas?
R. Vamos a verlo. Yo creo que está evolucionando positivamente.
P. ¿Navarra es una excepción? O, ¿por qué es una excepción Navarra a la táctica general que había seguido el Partido Socialista hasta ahora, en Cataluña, desde luego, o en Galicia, de aliarse con los nacionalistas para desalojar al PP del poder?
R. Hay tres razones. Primera, porque somos tercera fuerza política, y para mí ésa es muy poderosa. Si hubiéramos sido segunda fuerza política, a poca distancia de UPN, la situación sería distinta. Segundo, porque el discurso de Miguel Sanz no ha sido igual que el del PP, ni su oferta de colaboración. Ofrecerse para colaborar es inédito. El PP nunca lo ha hecho.
P. Se jugaba el cargo en ello...
R. No, pero...
P. Quiero decir, ¿cree usted de verdad que Miguel Sanz ha hecho una reflexión que le ha llevado a buscar otras posiciones, o ha hecho de la necesidad, virtud?
R. Yo creo que hay algo de todo.
P. No es sólo cálculo político.
R. Yo creo que hay una parte de reflexión y una parte de hacer de la necesidad, virtud. Pero hay una cierta singularidad de lo que representa UPN, en relación con el PP. La hay.
P. La habrá a partir de ahora. Desde luego en los últimos cuatro años...
R. La había. Quizá no había aflorado, pero a mí me consta que la hay. Me constaba y me consta.”

De lo manifestado por Zetapé destacan los siguientes aspectos. En primer lugar, no sólo es que, conocidos los resultados del 27 de mayo, estuviera a favor de un gobierno en minoría de UPN, con una actitud de colaboración y cómplice del PSN, sino es que, además, él en ningún momento se expresó a favor de un gobierno de cambio (es de pensar que ni públicamente ni en conversaciones privadas mantenidas con miembros de su mismo partido). En segundo lugar, a su juicio, el PSN no lanzó durante la campaña ningún mensaje, ni subliminal ni explícito, a favor de un cambio de gobierno en Navarra, sino que esos mensajes los lanzó posteriormente. En tercer lugar, en línea de lo argumentado por Blanco, con unos resultados como los que se dieron, con un PSN relegado a la situación de tercera fuerza a mucha distancia del primer partido, no puede haber alternativa a la mayoría minoritaria de UPN. En cuarto lugar, el gobierno de UPN se ha visto favorecido por el hecho de que, en opinión de Zetapé, el discurso de Miguel Sanz no ha sido igual que el del PP en cuanto que planteaba una oferta de colaboración con el Gobierno central y con el PSN. En quinto lugar, desde su punto de vista la singularidad del discurso de Miguel Sanz en relación con la ortodoxia pepera existía desde antes, teniendo Zapatero constancia de ello, si bien el problema es que no había aflorado.

Desde luego, los argumentos de Zapatero plantean la duda a los lectores de si estará poseído por alguna distorsión cognitiva que le ocasione una percepción sesgada de la realidad, tan sesgada que no sea compartida por casi nadie que haya seguido la política navarra. O, más sencillamente, sirven para plantear la hipótesis de que estamos ante un mentiroso patológico al que, además, no le turban las consecuencias de sus actos. Y ello por muchas razones. Porque en la campaña electoral el PSOE en Navarra abogó por el cambio político, trayendo aquí a varios pesos pesados: al propio Zapatero, a la Vicepresidenta del Gobierno y al Ministro de Justicia Bermejo. Porque si hubiera existido un veto desde el principio, no se negocia durante dos meses tratando de conseguir lo más posible al menor coste. Porque, aunque UPN tenga los votos que tenga, si los demás cuentan con mayor apoyo del electorado, los demás siempre estarán legitimados para formar gobierno si llegan a un consenso programático, tal y como ha pasado en más de un lugar (y en algunos de ellos, con la colaboración activa del PSOE). Porque, de no producirse en UPN una escisión y de no regresarse al escenario político navarro de los ochenta con la derecha dividida en varias opciones, de aceptarse las tesis de Zapatero, UPN siempre gobernará en Navarra, máxime si el PSOE y el PSN se empeñan con contumacia en no salir de su patético suelo electoral. Porque ni Miguel Sanz ni su equipo se caracterizan por su moderantismo; antes bien son auténticos halcones de la derecha más cerril, ultramontana y excluyente, como se han encargado de demostrar una y otra vez a todos los ciudadanos que hayan querido verlo.

Por último, para finalizar, resulta llamativo que Zapatero obvie la existencia de un acuerdo programático entre el PSN, Nafarroa Bai e IU que permitía la constitución de un gobierno de progreso y convivencia sobre bases para nada estridentes que garantizaban la posible existencia sin problemas del gobierno tripartito, avalándose a la vez la posibilidad de constitución de un marco político de consenso y encuentro. Precisamente, la forma en que Nafarroa Bai condujo el proceso de negociación, pese a todos los desplantes, y su habilidad en concluir acuerdos vetados desde Madrid, será el punto de anclaje del círculo virtuoso en que se moverá Nafarroa Bai, fundamento de su futuro crecimiento y desarrollo.

viernes, 31 de agosto de 2007

La reivindicación de la transversalidad de Zabaleta

Patxi Zabaleta publica hoy en las páginas de la edición vasca de El Pais un artículo titulado “Transversalidad política sin pasaportes” en el que combina una defensa de la negociación entre diferentes con un relato de lo sucedido en Navarra, saliendo al paso a la vez de algunas las imputaciones esgrimidas por algunos analistas.

Acerca de la primera de esas cuestiones, bajo su punto de vista, “La pluralidad política es uno de los signos de nuestros tiempos y sobre todo de la sociedad del porvenir, y la transversalidad política entre nacionalistas y no nacionalistas constituye hoy día la más acertada expresión y respuesta a una valoración positiva de ese fenómeno social”. “Convivimos en la misma sociedad nacionalistas y no nacionalistas y también algunos que se definen como anti-nacionalistas, a quienes Ernest Lluch denominó con acierto nacionalistas de reacción. Tal hecho social es además de real e irreversible, progresivamente acelerado. La pluralidad no es en sí mismo un hecho social negativo, sino complejo, cuya primera afección constatable es el impacto ante la identidad colectiva política. Es decir, ante la identidad nacional”. “Sin duda, todos habremos de revisar cara al futuro muchas concepciones y actitudes, pero en todo caso la transversalidad política es sin duda, un camino acertado”.

Por lo que respecta al relato de lo sucedido, hay que subrayar que estamos ante la narración, incompleta, como todas, si se quiere, de uno de los protagonistas directos del proceso de negociación. Es decir, no es la de un protagonista indirecto como Felones ni la de un comentarista interesado (como por ejemplo, De Blas, Elorza o los editorialistas de El Pais) en la defensa a posteriori de una decisión tomada desde Madrid.

Primeramente, Zabaleta se refiere a los puntales sobre los que debía descansar el “gobierno de progreso de carácter transversal”: “El común denominador tenía que ser el de un programa de progreso, cuyo acuerdo se demostró posible. La funcionalidad de ese gobierno de progreso exigía también pactar no solo los acuerdos, sino también las diferencias y aparcar o relegar las cuestiones de confrontación. Es decir, trasladar a la política lo que en la vida real es normal y corriente en ámbitos mercantiles, sociales, culturales, etc”. La necesidad del cambio de gobierno “se había tornado de urgente gravedad, no solo por el hecho de que la derecha lleva gobernando 16 años, sino además porque lo hace con caracteres ultras y provocando crispación social. UPN ha actuado como punta de lanza de la política de confrontación del PP y ha dado numerosos ejemplos de sectarismo en políticas sociales, lingüísticas, culturales y hasta de derechos civiles”. Respondiendo precisamente a “esa necesidad de cambio político tan profundamente sentida por la sociedad navarra” la coalición Nafarroa Bai habría realizado “las cesiones necesarias para hacer posible el cambio político anhelado”. El ensayo de transversalidad de Nafarroa Bai no habría representado costes para esa coalición porque, “¿Cómo no habría de impulsar Nafarroa Bai un gobierno transversal, si la propia coalición es en sí misma transversal entre nacionalistas y no nacionalistas?”.

Zabaleta se refiere a lo que Felones consideró obstáculos de orden interno en el proceso de negociación, considerándolas interferidas con algunas de las que aquel autor calificaba como de orden externo y aportando algún dato nuevo que no recordamos haber leído en la prensa (como, por ejemplo, la renuncia incluso al cargo de portavoz del gobierno en exclusividad). “Por estas convicciones Nafarroa Bai siguió negociando aún después de la profunda insatisfacción que le originó el que UPN mantuviese en minoría la alcaldía de Pamplona y otros municipios, a pesar de no compartir la argumentación del PSN de no querer coincidir en votos con concejales de ANV, legalmente elegidos. Nafarroa Bai volvió incluso a la mesa de negociación, aún después de haberse coaligado UPN y PSN en la elección de la mesa del Parlamento, tras la reunión secreta entre el Sr. Blanco y el tandem Del Burgo-Sanz, que estos últimos se encargaron de publicitar de inmediato. Por las mismas convicciones Nafarroa Bai renunció a la presidencia, a la vicepresidencia y se conformó con compartir la portavocía habitual del posible gobierno”.

Zabaleta hace responsable únicamente a Ferraz de lo acaecido, atribuyéndole dos errores graves. “El primero el de la falta de respeto a la ciudadanía navarra y a sus propios militantes y votantes, rompiendo así la palabra empeñada. El segundo grave error del PSOE es el de haber sucumbido a la presión de la derecha, que desde el propio 27 de mayo atacó con todos sus medios la posibilidad de un gobierno plural y de progreso para Navarra”. Para finalizar, anticipa que la meta de Nafarroa Bai se dirige hacia la disputa a UPN de la primacía política, rechaza como anticuadas las “cábalas sobre las ultimas intenciones de Aralar” y la insistencia en centrar el debate político navarro “sobre la división política entre nacionalistas y no nacionalistas” y se reafirma en la necesidad estratégica de la vía transversal (vía que, a nuestro juicio, debe sustanciarse tanto en orientaciones de pacto como en contenidos programáticos).

jueves, 30 de agosto de 2007

El relato de Felones, Presidente del PSN

Román Felones, presidente del PSN, publicó ayer un artículo en Diario de Navarra prosaicamente titulado “PSN-PSOE: Balance y perspectivas” de índole explicativa dirigido “a cuantos se sienten particularmente agraviados con la decisión final adoptada por la Comisión Ejecutiva Federal de nuestro partido de permitir, con nuestra abstención, un nuevo gobierno conservador en Navarra”. El artículo es especialmente interesante porque constituye el relato más elaborado hasta la fecha presentado desde la órbita socialista.

A estas alturas de la película, cuando la realidad es que el PSOE ha cedido el gobierno de Navarra a UPN, saboteando de forma premeditada la opción del gobierno de progreso y convivencia, no resulta agradable leer argumentaciones que insisten en el papel de centralidad equidistante y racionalizadora del PSN. Dejando de lado el significado de las decisiones tomadas en última instancia, afirmar que el discurso socialista, articulado presuntamente en torno a la palabra “convivencia”, no pudo difundirse, atrapado “en medio de un frentismo identitario, personificado en el navarrismo conservador de UPN y el vasquismo semicamuflado de Nabai”, queda bien para contentar a un auditorio que se solace en el victimismo, pero revela una percepción autocomplaciente y distorsionada. Más allá del uso como slogan del término “convivencia”, término reivindicado también por el CDN, el PSN no ha elaborado ninguna teorización mínimamente atrevida que sirva para la normalización de Navarra en el terreno de lo político-institucional y de lo identitario. A 25 años de la entrada en vigor de un marco excluyente como el de la LORAFNA, cuyo desarrollo a manos de UPN ha pasado del delirio habitual de la última década al puro paroxismo entre enero y mayo de 2007, se precisan pasos firmes y valientes en pos de una Navarra integrada e inclusiva. En este sentido, devaluar las últimas aportaciones realizadas en esa dirección por parte de Nafarroa Bai, tildándolas de “vasquismo semicamuflado”, cuando de lo que hablan es de un navarrismo radical de izquierdas y de identidad a la carta, es seguir creyendo en las inercias del pasado y en la inmutabilidad del electorado navarro.

El relato de Felones, pasado el hito del 27 de mayo, sigue insistiendo en el peso de la inevitable desconfianza del PSN hacia Nafarroa Bai e IU en relación con la articulación de “un gobierno alternativo que hiciera visible el cambio, garantizara la identidad de Navarra y profundizara en las políticas sociales defendidas por la izquierda y el nacionalismo” por cuanto era una “fórmula inédita que entrañaba riesgos evidentes y que necesitaba legitimarse por su eficacia, su estabilidad y su adecuación a la realidad actual de la Comunidad”. Con todo, el articulista reconoce que aquellas tres fuerzas consiguieron llegar a “un programa de gobierno común impecablemente democrático y escrupulosamente democrático respetuoso del estatus actual de Navarra”. Llama la atención que Felones se refiera a las discrepacias en lo tocante a la composición del acuerdo cuando esto también se subsanó finalmente, aceptando los demás partidos la última oferta planteada por Puras. También recoge como obstáculo de orden interno que tuvo que afrontar el proceso de negociación entre las tres fuerzas, el correspondiente a “los procesos de constitución de los Ayuntamientos y del Parlamento”, que, en sí, fueron piedrecitas puestas en el camino por el propio PSN para forzar la ruptura de las conversaciones. Otros obstáculos del mismo orden mencionados por Felones (como “los debates internos de la coalición de partidos que conforman Nabai” o “la dificultad de transmisión de las propuestas a la opinión pública”) no se razonan suficientemente, sobre todo, porque, en lo que respecta al primero, Nafarroa Bai contaba con una extensa propuesta político-institucional refrendada en asamblea y que fue divulgada en la prensa, y porque, en lo relativo al segundo, se trataba esencialmente una cuestión de fallo de las capacidades comunicadoras de los propios socialistas.

Sin embargo, en la narración de Felones se nos informa de que las dificultades, a la postre, “definitivas”, fueron las que él califica como de orden externo, externo, pensamos, en la medida en que fueron impuestas al PSN por los órganos federales del partido o en la medida en que fueron trazadas por otros agentes. Entre ellas, cita, por este orden, “la ruptura de la tregua por parte de ETA; las conversaciones mantenidas por José Blanco y Miguel Sanz, al margen de las anteriores; y el veto de la Comisión Ejecutiva Federal” del PSOE. La cita, desde luego, permite comprender mejor el significado de la afirmación de Miguel Sanz [El Pais, viernes 17 de agosto] de que “La ruptura de la tregua ha generado un cambio de rumbo. Si ETA no hubiese roto la tregua es muy probable que yo no estuviese sentado aquí”.

Ahora bien, como en todo relato, en éste también impera la subjetividad, expresada ésta tanto en las apreciaciones como en los silencios. No se apunta nada en relación con el daño que un gobierno tripartito, según las bases programáticas acordadas, hubiera hecho a ETA, ni tampoco con el hecho de que posiblemente la fecha escogida por ETA para romper el alto el fuego tuviera como finalidad obstaculizar lo más posible la conformación de aquél. Por otra parte, resulta lícito pensar que la mención del reconocimiento de las negociaciones paralelas llevadas a nivel estatal por Ferraz y Miguel Sanz trata de realzar el papel de interlocutor de éste en relación con Navarra (pensando que puede ser un contrapeso que acote la agresividad del complejo peperoupenista), disimulando los efectos de la reunión entre Rajoy y Zapatero, la presencia de representantes del Partido Popular en reuniones sobre Navarra y el papel coactivo desempeñado en todo momento por el PP en relación con el tema navarro.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Socialistas airados de la Ribera

22 agrupaciones locales del PSN de la Ribera se reunieron el pasado lunes en Valtierra y consensuaron un documento muy duro con los órganos de decisión del PSOE y del PSN en el que destacan los siguientes aspectos. En primer lugar, la petición de dimisión de Carlos Chivite como secretario general del PSN, así como la de todos los miembros de la Ejecutiva regional, y la solicitud al grupo parlamentario para que pida perdón a la militancia por haberse "doblegado" ante los intereses electorales de Ferraz entregando el poder a la derecha. En segundo lugar, la acusación dirigida al Secretario de Organización del PSOE, José Blanco, de ser el máximo responsable de la "traición" que el PSN habría cometido no sólo contra su militancia sino "contra toda la sociedad navarra a la que prometimos cambio" para luego "entregar y regalar el poder a UPN". En tercer lugar, la explicitación de que la apuesta del partido debe seguir siendo "conformar un gobierno de convivencia, progreso y de izquierdas con NaBai e IUN" aún por encima de las "imposiciones" de Madrid. En cuarto lugar, la exigencia de que las relaciones del PSN con el PSOE sean de igual a igual, garantizando el derecho de decisión de los socialistas navarros en la línea de las promesas incumplidas de Rodríguez Zapatero en el debate sobre el Estado de la Nación: "Para evitar estas disfunciones y aberraciones, planteamos que se modifiquen los estatutos del PSOE para que entre el PSOE y el PSN se puedan establecer unas relaciones de igualdad y poder así tener capacidad de decisión y autonomía suficiente para dejar de aparecer ante la sociedad navarra como una mera sucursal de Madrid". Como colofón de todo ello, el documento finaliza con la consideración de que, tras la imposición de Ferraz, el PSN es un partido que "carece de credibilidad porque denota que no tiene principios, ni valores, ni código ético, ni dignidad, sólo puro y duro cálculo electoral". A su juicio, lo ocurrido en el PSN es "quizá de lo más grave que le pueda ocurrir a un partido porque no se justifica, en absoluto, la manera de proceder ni en el fondo ni en las formas, de los compañeros de Madrid desautorizando, doblegando y humillando la voluntad y el sentir general, casi unánime, del Partido Socialista de Navarra". Para este grupo de críticos, el veto de Madrid al cambio político aún por encima del clamor del PSN y de la sociedad navarra pone en juego "la propia democracia interna del partido" puesto que tal mandato "atraviesa la raya divisoria entre lo que es democracia y las actitudes autoritarias". El resultado es que "ante la sociedad nos sentimos humillados y estamos tan desacreditados que no podemos levantar cabeza".

Por otra parte, hoy mismo veremos si esas reflexiones son compartidas por las agrupaciones de la Cuenca de Pamplona y de la Zona Media que han sido convocadas a una reunión. Con todo, la filtración de que el fracasado candidato del PSN a la alcaldía de Pamplona pueda ser presidente de la Mancomunidad de la Cuenca con el apoyo de UPN, puede interpretarse como un aviso de los cargos que podrían llegar como premios de una actitud sumisa de esas agrupaciones.

Es posible que algunos lectores vean en aquel documento de los socialistas riberos sólo una expresión de las tensiones internas existentes en el PSN. Sin embargo, un análisis detenido muestra que tiene más importancia de la que parece, siendo, hasta cierto punto, un documento histórico. Por primera vez, socialistas de la Ribera rompen con la doctrina del cordón sanitario respecto a las formaciones políticas vasquistas que propugna el navarrismo excluyente, doctrina identitaria propia del sistema político del Amejoramiento, absolutamente esencialista y para nada cívica. Todo ello es más elocuente si cabe si pensamos que los mensajes identitarios que se acompañan a dicho navarrismo excluyente buscan la configuración de la Ribera como territorio de trinchera refractario en relación con algunos elementos del navarrismo vasquista como el euskara y el modelo D.

Con todo, si bien la apuesta que el socialismo ribero hace por un gobierno con Nafarroa Bai y con IU prueba que sus bases, hartas del chantaje permanente del complejo peperoupenista, comprenden que el futuro de Navarra pasa por un entendimiento transversal escorado hacia la izquierda, hay algunas cuestiones que no se plantean en el documento mencionado y que son claves para entender lo sucedido. El veto al gobierno de progreso y de convivencia no ha sido solamente consecuencia de que los órganos centrales del PSOE hayan ninguneado la capacidad de decisión del PSN y de los navarros. Ha sido también secuela propia de todo un sistema político, el del Amejoramiento, establecido como tema de Estado, con el impulso y la venia del PSN, sobre la exclusión de un tercio de los navarros y en cuyo desarrollo no se ha intentado paliar, sino todo lo contrario, ese vicio de origen, seguramente porque de dicha exclusión resultan permanentemente beneficiados unos mismos agentes políticos, económicos y sociales. Resultaría gratificante que el socialismo navarro derivase sus reflexiones en esa dirección y no intentara rehuirlas.

jueves, 23 de agosto de 2007

Pasaporte para Peperolandia

Carlos Chivite, el secretario general del PSN, trata de calmar a su militancia crítica, dándole parte de razón al achacar el veto a Nafarroa Bai y a IU a "razones de índole superior" que él no alcanza a entender, pero afirmando "que seguramente están bien fundamentadas". A la par de eso, solicita a las bases "sosiego y unidad" y ataca a quienes han pedido mayor autonomia para los socialistas navarros.

De cualquier forma, quienes, simpatizantes de otras formaciones, también nos hemos visto frustrados con la actitud del PSN y del PSOE, echamos de menos que, para equilibrar el desparpajo de las firmas sociatas que desde el Diario de Navarra han defendido y defienden el status quo del Amejoramiento y el apoyo al gobierno de UPN, no haya dirigentes o militantes del PSN cualificados que salgan directamente al encuentro de los infundios planteados por algunos comentaristas, sacando a relucir las bases programáticas acordadas por los tres grupos políticos que, como hemos sostenido, no eran nada estridentes y sí perfectamente cabales.

Hace ya semanas que sacamos a relucir un artículo de opinión publicado en El Pais en el que se justificaba torpemente el rechazo a un gobierno de progreso y convivencia en Navarra porque eso sería ceder a las tesis nacionalistas, etc. El sábado pasado, Antonio Elorza, volvía a insistir en parecidas tesis con un artículo titulado Pasaporte para Plimlico. Este catedrático de Ciencia Política, de quien las malas lenguas mencionan su tendencia a amenazar y golpear a los miembros de tribunales de habilitación que votan en contra de sus candidatos, daba una nueva vuelta de tuerca a los fundamentos acordados por la intelectualidad del foro madrileño para hacer inteligible la posición socialista en relación con Navarra. Para Elorza es el ideario y las oscuras intenciones de Aralar lo que conducen a que una coalición entre el PSN y Nafarroa Bai sea imposible. En sus palabras: "Análogas consideraciones pueden aplicarse a una asociación PSN-NaBai acordada a ciegas. Es por supuesto muy importante que la formación dirigida por Patxi Zabaleta haya renunciado a la lucha armada, y condene en consecuencia la práctica del terror, pero eso en modo alguno agota el tema de su posible consideración como partido de gobierno en Navarra. Detrás de la cortina de NaBai, conviene tener en cuenta lo que piensa el verdadero protagonista, Aralar. Hubiera sido más tranquilizante que desde su posición como segundo grupo votado, NaBai planteara algo tan lógico como encabezar la alianza con el PSN, si de lo único que se trataba era de hacer una gestión de progreso y de cambio, objetivo perfectamente alcanzable a la vista del balance de UPN. Pero si de entrada la coalición daba por buena la primacía del tercero en discordia, ello confirmaba de modo indirecto que sus metas eran otras, en la línea de la concepción mitológica expuesta por la militante anónima en Bayona. Se trataría ante todo de avanzar hacia lo que su nombre indica, Navarra'tik Nafarroa'ra, de la Navarra actual a la Nafarroa abertzale, con el euskera por emblema y el horizonte abierto a la materialización de la imaginaria Euskal Herria independiente, de rasgos idénticos a la que busca el nacionalismo radical, con ETA a la cabeza. Con toda la cautela del mundo, pues Patxi Zabaleta y los suyos son conscientes de que parten de una posición minoritaria y hay que caminar a pequeños pasos, ante todo hacia esa primera vinculación entre la CAV y el ex reino, contando con el favor de un PSN que, siguiendo el ejemplo de los mayores, ve con buenos ojos la colaboración con un grupo independentista. Más allá de los números, con el cocktail de independientes y ésta o aquella vicepresidencia, esto es lo que estaba en juego, y lo que ha quedado en la sombra".

No importa que la defensa de cualquier ideario sea totalmente lícita si se hace democráticamente. No importa que los contenidos negociados por el PSN, Nafarroa Bai e IU hablaran del respeto al marco institucional y de rechazo a la violencia de ETA, afirmando su voluntad de construir una Navarra articulada e integrada a partir del consenso. No importa que Aralar sea sólo un partido absolutamente democrático de los cuatro que integra Nafarroa Bai (cinco, si tomamos en cuenta la masa de independientes), una coalición absolutamente democrática. No importa que Nafarroa Bai sea una coalición transversal en la que algunos partidos han pactado largamente con el PSOE en gobiernos autonómicos o en el Congreso y en la que otros partidos han sufrido en estos últimos meses el cortejo indisimulado del PSE en relación alguna diputación vascongada. Tampoco importa la actitud divisora y tramposa de UPN en relación con el tema navarro que parte en dos a la misma sociedad navarra, excluyendo de hecho a buena parte de la ciudadanía por considerarlos malos navarros. Lo que importa es intoxicar y hablar de intenciones ocultas, más que de conductas políticas documentadas y reflejadas por escrito.

Esto recuerda a una película, no rodada sino vivida en directo, de la que toda la ciudadanía española fue actora. Se vivió entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 y en ella los dirigentes del Partido Popular trataron de culminar su labor adoctrinadora respecto a la población de los años anteriores, labor en la que no se cansaron de insistir sobre la maldad intrínseca de las ideologías ajenas. Difuminaron su propia responsabilidad y tergiversaron en su propio provecho la autoría de los atentados que costaron la vida a casi dos centenares de personas. La película se llama Pasaporte a Peperolandia y es una película que ha tenido secuelas continuas durante todos estos años gracias a la habilidad del PP para marcar, sea como sea, la agenda política y para señalar los límites de la acción política del Gobierno Zapatero, forzando a éste a encallar en multitud de temas. Y todo ello, con la colaboración de comentaristas políticos pretendidamente de izquierdas y encastillados en sus torres de marfil que parecen muy cómodos en el territorio acotado de debate político y en los limitados valores a los que quiere circunscribirnos al Partido Popular.

lunes, 20 de agosto de 2007

El acuerdo que nos perdimos

Frente a las características maximalistas e irreales de los contenidos relativos a Navarra de la negociación con Batasuna del pasado otoño, las negociaciones del PSN con Nafarroa Bai y con IU se llevaron desde la mesura y el más absoluto de los realismos. El pasado 8 de agosto el Diario de Noticias daba cuenta de los contenidos del gobierno de progreso y de convivencia, siendo al acuerdo entre los tres grupos total.

El acuerdo se sustentaba en tres bases: apuesta por las políticas sociales, garantías de respeto al actual estatus de Navarra y reconocimiento de su pluralidad desde la apuesta por la convivencia.

El acuerdo se dividía en varias partes: principios inspiradores; elementos orientadores de la acción de gobierno; desarrollo institucional y democrático; las personas; el desarrollo sostenido y sostenible; elementos para el funcionamiento y coordinación de la acción institucional y política del Gobierno, de los grupos que habían de sostenerlo y de otros ámbitos (sociedades públicas y otros organismos); elementos para la garantía de la estabilidad gubernamental y elementos de garantía para el desarrollo del acuerdo.

Era en el apartado de los principios inspiradores del acuerdo donde se afrontaban las cuestiones más espinosas. En él se mencionaban el compromiso de los firmantes por el respeto por la actual realidad institucional, la relación con el Estado desde la lealtad recíproca y la condena explícita del terrorismo. También en ese mismo apartado se recogían otros aspectos como el respeto a la pluralidad, la apuesta por la convivencia y la capacidad de interlocución directa frente a la UE en lo que a cuestiones de interés específico se refiere. Asimismo, en lo que respecta a la política lingüística, también se había llegado a un entendimiento con la actual legislación como base, pero con la posibilidad de modificación en función de "la demanda y la realidad sociolingüística de la ciudadanía".

En el apartado relativo al desarrollo institucional y democrático se aclaraban cuestiones como la reforma del Amejoramiento, la Ley del Vascuence o las relaciones con la CAV. Sobre el Amejoramiento se decía que cualquier reforma "deberá garantizar y mejorar la estabilidad y fortalecimiento institucional de Navarra, la mejora de los servicios a los ciudadanos, el incremento del Bienestar Social y el impulso de la justicia, la igualdad, la libertad y el progreso". Se añadía que una reforma "substancial" habría de ser sometida a referéndum. Sobre el euskera se apostaba por el "desarrollo y en su caso modificación de la Ley del Vascuence para garantizar un tratamiento acorde con la demanda y la realidad sociolingüística de la ciudadanía". En el supuesto de una posible modificación, se hablaba de crear una ponencia parlamentaria que busque el adecuado consenso en esta materia". También había acuerdo respecto a las relaciones con la CAV. Así, se apostaba por fomentar la cooperación "normalizada" con todas la Comunidades "sin exclusiones, especialmente con las limítrofes, incluida la Comunidad Autónoma Vasca, desde el recíproco respeto y reconocimiento, en concretas materias que puedan resultar de mutuo interés y disponiendo, en su caso, instrumentos de seguimiento y coordinación que no dispongan ni puedan alcanzar carácter institucional".

En el apartado sobre las personas, se fijaban posiciones en relación con la cuestión expresada en el apartado de los principios sobre el desarrollo económico y social. Se daba a las políticas sociales la máxima prioridad y se establecían compromisos sobre servicios sociales, educación, sanidad, vivienda y cooperación al desarrollo. Se especificaba un incremento del gasto público educativo hasta niveles del 6 por ciento del PIB y de un plan de medidas urgentes que implicaran una mejora de la atención sanitaria pública a todos los niveles.

A todos estos contenidos renunció el PSOE, siendo francamente dudoso que la ciudadanía navarra pueda obtenerlos a través de la acción de gobierno de UPN y CDN. El tiempo dirá si la labor opositora del PSN permite que el gobierno de Miguel Sanz se aproxime a ellos, pero lo más lógico es que no, vistos los antecedentes. Harían bien los comentaristas pretendidamente de izquierdas de medios como El Pais, la Ser, etc. en no olvidar todo ello, en vez de tratar por todos los medios de justificar vetos, cuya única explicación es el miedo patológico del PSOE al PP y a su brunete mediática, con argumentos agarrados por los pelos y que parten de oscuras intenciones que para nada están documentadas.

jueves, 16 de agosto de 2007

El PSOE, Navarra y el proceso de negociación con ETA

Una de las cuestiones que suscitan mayor estupefacción en relación con la conducta mostrada por el PSN y por el PSOE en el proceso de negociaciones mantenido para la conformación del Gobierno de Navarra ha sido el hecho de que el veto a Nafarroa Bai y a Izquierda Unida fuera posterior a un acuerdo programático con esos dos partidos caracterizado por la sensatez política, sobre todo máxime cuando ocho meses antes los socialistas habían accedido con ETA y con Batasuna a negociar unos contenidos mucho más chirriantes.

Según las informaciones publicadas por Diario de Noticias a finales de julio (más concretamente, los días 28, 29 y 30) y que son las noticias más completas y exhaustivas de que dispone la opinión pública (desde luego mucho más que las suministradas por El País o por Gara), el borrador del acuerdo de 31 de octubre de 2006, surgido de las reuniones entabladas en los dos meses anteriores en Loyola entre representantes del PSE-EE, Batasuna y PNV (partido éste último incorporado entonces a dicha mesa política trilateral, vistos los nulos progresos registrados hasta entonces) hablaba de Mecanismos que posibiliten la adopción de decisiones a la ciudadanía vasca y de Órganos de articulación territorial. Hay que subrayar que ninguno de los representantes permanentes que asistieron a las reuniones era navarro y que, ausentes UPN, el PSN, EA, Aralar y Batzarre, era mínima la representatividad de los negociadores en relación con el electorado de Navarra.

Sobre los Mecanismos que posibiliten la adopción de decisiones a la ciudadanía vasca se decía "Nos comprometemos a defender que las decisiones que sobre el futuro político adopte libre y democráticamente la ciudadanía vasca sean respetadas por las instituciones del Estado. El acuerdo resultante garantizará que todos los proyectos políticos pueden ser no sólo defendidos en condiciones de igualdad de oportunidades y ausencia de toda forma de coacción o injerencia sino que, además, puedan ser materializados si ese es el deseo mayoritario de la ciudadanía expresado a través de los procedimientos legales. Dichos procedimientos legales podrán ser modificados en el futuro para que no sea una limitación a la voluntad popular sino garantía de su ejercicio".

Sobre los Órganos de Articulación territorial se decía "Partiendo de la actual realidad jurídico-política nos comprometemos a promover la creación de un órgano institucional común para los cuatro territorios. Este órgano tendrá las atribuciones ejecutivas y de propuesta legislativa en el marco competencial que se acuerde, de conformidad con el ordenamiento jurídico. Dichas atribuciones serán objeto de negociación durante el transcurso del diálogo multipartito". Asimismo, se apuntaba que "Nos comprometemos a respetar el derecho de los representantes democráticamente elegidos a crear, impulsar, desarrollar y financiar instituciones del conjunto de los territorios y ámbitos de Euskal Herria". Por último, también se mencionaba que "Nos comprometemos a la creación de una eurorregión vasca u otras estructuras institucionales que la evolución del Tratado de la Unión Europea vaya permitiendo. Nos comprometemos a promover acuerdos y políticas transfronterizas".

A nadie con las mínimas entendederas en materia constitucional se le escapa que esos puntos acordados no tienen cabida en el actual ordenamiento. Afirmar que "las decisiones que sobre el futuro político adopte libre y democráticamente la ciudadanía vasca sean respetadas por las instituciones del Estado" supone incorporar a las relaciones entre Euskal Herria y el Estado estructuras de cosoberanía política y de confederalidad, de muy difícil aceptación por las fuerzas políticas españolas (no digamos el PP, pero tampoco en la mayor parte del PSOE), tal y como ya se vió con el Plan Ibarretxe, que partía del engarce constitucional que proporcionan los derechos históricos.

Por otra parte, el acuerdo relativo a "la creación de un órgano institucional común para los cuatro territorios" con "atribuciones ejecutivas y de propuesta legislativa en el marco competencial que se acuerde, de conformidad con el ordenamiento jurídico" excede muy mucho las características que el constitucionalismo español concede a los Órganos Permanentes de Encuentro. Según la Constitución, estos órganos pueden ser foros permanentes de relacion, de debate y de concertación, pero las políticas deben ser ejecutadas por cada Gobierno. Dichos Órganos no pueden tomar decisiones jurídicamente relevantes ni ejecutar decisiones administrativas, ya que, de lo contrario, quedarían afectados el fondo competencial de cada autonomia y la labor de control del ejecutivo por parte de los respectivos Parlamentos. Los Órganos Permanentes de Encuentro, según el articulado constitucional, no pueden suponer la creación de ninguna estructura política federativa, ni tampoco cesión de competencias ni ejecución de políticas por los órganos que se crean en el acuerdo. Negociar sobre la posibilidad de que órganos institucionales comunes entre la CAV y Navarra tengan competencias ejecutivas y de proposición legislativa para las dos realidades institucionales plantea exigir al ordenamiento vigente una flexibilidad que no tiene, ni siquiera en su capacidad de ser reformado (que precisa de una mayoría difícil de alcanzar hoy por hoy en el Parlamento Español). Desde el punto de vista político, ese acuerdo articulaba un escenario nebuloso e irreal, inaceptable para las fuerzas no firmantes y tremendamente complicado para las firmantes.

No sólo con la mirada de los meses transcurridos, sino colocándonos en la perspectiva de entonces, resulta del todo punto increíble que la representación de Batasuna se pensara que lo acordado no sólo era factible desde el punto de vista jurídicopolítico y que la voluntad de Zapatero era la de cumplir con lo pactado, sino que encima se empeñara en la conveniencia de exigir más reivindicaciones.

martes, 14 de agosto de 2007

El "Yo acuso" de Demetrio Loperena

El aezcoano y catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad del País Vasco Demetrio Loperena publicó el pasado viernes 10 de agosto un artículo titulado "Yo acuso" al que resulta obligado hacer mención. Provocado por "la pérdida de la última esperanza de normalización política en Navarra", Loperena realiza diversas acusaciones de las que recogemos las siguientes:
"Yo acuso de discriminación planificada contra los navarros que se sienten vascos contraviniendo gravemente el principio de no discriminación que garantiza la Constitución, arts. 1.1, 3.3 (la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección) y 9.2 (obligación de remover los obstáculos para que la igualdad adquiera su plenitud)".

"Yo acuso de violar sistemáticamente el artículo 44 de la Constitución negando el derecho a la cultura vasca a la mayoría de los navarros".

"Yo acuso de tratar institucionalmente a los navarrovascos como subciudadanos, esto es, privados de algunos derechos fundamentales, creando una suerte de guetos administrativos a través del mecanismo malicioso de convertir en sinónimas las palabras vasco y etarra".
"Yo acuso de que para promocionar en la Administración e indirectamente en muchas empresas, hay que despojarse de los aditamentos vascos, relegando su disfrute a la intimidad".
"Yo acuso de discriminar al asociacionismo navarro que incorpora señas de identidad o proyectos filovasquistas".
"Yo acuso de que en la mayor parte de las oposiciones en Navarra se da a la lingua navarrorum, como la llamaron los romanos, igual valor que al conocimiento de lenguas extranjeras".
"Yo acuso de discriminar brutalmente en el plano económico a los ayuntamientos desafectos, esto es, vasquistas".

"Yo acuso de hacer política antivasca hasta con las señales de tráfico". "Yo acuso de que lo que es normal en materia cultural en todas las demás comunidades autónomas con lengua propia, en Navarra sea sacrilegio".

"Yo acuso de que los estudiantes euskaldunes no tienen los mismos derechos en su educación que los castellanohablantes".

Estamos de acuerdo con todas esas aseveraciones. En sí, lo más preocupante del boicoteo del PSOE a un gobierno transversal de convivencia y progreso con Nafarroa Bai y con IU es el hecho de que tras él late la apuesta por un sistema político, el sistema político del Amejoramiento que este año cumple 25 años, en el que el tercio del electorado vasquista queda relegado a una situación de exclusión. Ese tercio de la población queda subordinado a una posición de ciudadanos de segunda ya que, con la excusa de las "razones de Estado", se le aparta de las opciones de gobernar y administrar Navarra. Esa posición subordinada hace que los discursos constitucionalistas referentes a la igualdad de los ciudadanos ante la ley queden aquí, en la práctica, ciertamente disminuídos.

jueves, 9 de agosto de 2007

Discurso de investidura de Sanz

El discurso de investidura de Miguel Sanz ha demostrado el gran margen de maniobra del que dispondrá el gobierno de UPN y CDN durante la próxima legislatura. Sanz ha vuelto a apelar al PSN para trabajar a favor del "interés general" de Navarra, mencionando la posibilidad de colaborar en materia de bienestar social. De cualquier forma, Sanz no se ha olvidado de recordar que, en caso de ingobernabilidad (es decir, en el caso de que UPN se tenga que enfrentar a votaciones en contra en el Parlamento en temas sustanciosos), no le temblará el pulso a la hora de convocar elecciones anticipadas.

En su discurso, tal y como ha recordado el nuevo portavoz del PSN, Roberto Jiménez, no se han recogido las cuestiones que los socialistas consideraron ayer prioritarias (sin especificar qué ocurriría en el caso de que UPN no las considerara como tales), debiéndose de poner en marcha de inmediato por parte del gobierno entrante. No obstante, la mención de tales cuestiones calificadas como de prioritarias no dejaba de ser un brindis al sol. La gratuidad de la A-15 y la reducción de las listas de espera no son cuestiiones nada nuevas, siempre han contado con el no de UPN y, por lo que toca a la primera de ellas, entre sus impulsores no estaba el PSN. Otras cuestiones , como el alegal modelo british o el impulso del TAV, son compartidas por UPN y si este partido no las ha desarrollado no ha sido por falta de ganas, sino por falta de medios o de entendimiento con el gobierno Zapatero. Otras son, sin más, estrambóticas: pedir a UPN que todas las fuerzas políticas tengan representación en régimen de igualdad en los organismos públicos y en los Consejos de Administración de las sociedades públicas es una pura memez, teniendo en cuenta que la derecha navarra ha hecho bandera de la exclusión de determinados agentes políticos y sociales.

La bajada de pantalones del PSN se ha acompañado de amenazas nada veladas a los críticos de dicho partido, críticos, por otra parte, que, salvo unas pocas excepciones, y a pesar de las protestas de los primeros días, está volviendo al redil, sin desarrollar ninguna acción de oposición real ni seria a las decisiones de Ferraz

miércoles, 8 de agosto de 2007

El Editorial de El Pais de ayer

El editorial de ayer de El Pais, que con el título "Navarra en la tormenta" trataba de la situación política navarra, exige más de un comentario.

Resulta totalmente incomprensible la crítica que los editorialistas de El Pais hacen al intento del PSN de liderar el cambio de gobierno en Navarra. Se dice: "Los socialistas se disponen a pagar un alto precio por una crisis que, como la de Navarra, no deriva de ninguna quiebra institucional sino de una mala gestión política de los resultados electorales del 27 de mayo. El PSN fue la tercera fuerza más votada, por detrás de UPN y Nafarroa Bai, y su primer error consistió en creer que convenía a sus intereses y a los de las instituciones forales negociar por separado los principales puestos en disputa: la alcaldía de Pamplona, la Mesa del Parlamento regional y el Gobierno autónomo". Lo de que el PSN no debía de haber asumido, visto su papel de tercera fuerza, el ensayo de encabezar el gobierno de coalición con Nafarroa Bai e IU ha sido algo repetido en varias ocasiones por ese medio. Ahora bien, ese ensayo era el corolario lógico de una campaña electoral en la que la noción de "cambio político", emitida desde el PSOE con el asenso de los demás partidos que estaban en la oposición en nuestra comunidad, fue el mensaje sustancial. Además, pretender ahora que el PSN no debía de haber aceptado la invitación de las otras dos fuerzas para presidir el gobierno de coalición es incurrir, pura y simplemente, en una falacia en relación con los principios básicos de la politología en España y en Navarra por cuanto la presidencia para aquel partido era la condición imprescindible para la existencia del gobierno tripartito mismo, siendo inimaginable un gobierno presidido por Nafarroa Bai con el apoyo socialista (como inimaginables serían gobiernos de coalición presididos por ERC con el apoyo del PSC o por el BNG con el apoyo del PSG, incluso en el caso de que las organizaciones socialistas catalana y gallega tuviesen un resultado peor que esos dos partidos nacionalistas).

Seguidamente, en dicho editorial se menciona la inoportunidad del gobierno tripartito, visto el momento en el que nos encontramos en relación con el proceso de paz. En opinión de los editorialistas del periódico madrileño, "A este primer error sumaría un segundo, determinante en el actual episodio: adoptar un papel protagonista que no se correspondía ni con el respaldo electoral del que dispone ni con el contexto político que contribuyeron a crear la estrategia antiterrorista del Gobierno de Zapatero, por un lado, y la desmesura de la oposición del Partido Popular, por otro. El color del Ejecutivo de Navarra se convirtió en una prueba falaz acerca de la continuidad o la ruptura del proceso de paz, y en estas condiciones los pactos poselectorales se han revelado imposibles por el temor a su influencia en las generales de marzo". Verdaderamente, resulta toda una sorpresa esta apelación a los ecos del proceso de negociación con ETA, algo totalmente roto según se repite desde las instancias del PSOE y tal y como prueba la constante detención de activistas etarras, en la dinámica de posible conformación del gobierno de Navarra en base a una alianza transversal entre socialistas y nacionalistas que condenan tajantemente la violencia y que han reconvertido drásticamente su mensaje anclándolo claramente en Navarra. En el caso de que el PP hubiera dirigido su artillería en contra de ese hipotético gobierno tripartito, acusándolo de ser resultado de cesiones obtenidas por el chantaje terrotista, habría sido cuestión de la praxis política y de la política de comunicación de ese gobierno y del gobierno central atajar ese infundio. No sería el único bulo del que el PP habría tenido que desdecirse. Por otra parte, resulta increíble que no se mencionen en el mencionado editorial las repercusiones positivas que el gobierno tripartito habría tenido en el proceso de normalización política, un gobierno tripartito que, por razones obvias, habría tenido entre sus mayores enemigos justamente a la izquierda abertzale.

jueves, 2 de agosto de 2007

En vísperas de la decisión

Tal y como ha sido ampliamente divulgado ya, la Ejecutiva Federal del PSOE decidirá mañana sobre la posibilidad de cambio político en Navarra, previa audiencia concedida a Carlos Chivite y a Fernando Puras en la que aquélla escuchará en boca de éstos el argumentario subyacente en la decisión de ayer a la noche de la Comisión Ejecutiva Regional del PSN a favor de un gobierno de convicencia y progreso con Nafarroa Bai e IU. Ese acuerdo fue tomado por unanimidad y contó con el pleno apoyo del grupo parlamentario socialista en el Parlamento Foral.
Personalidades del PSOE, como José Bono y Carmen Hermosín, está última Secretaría de Política Autónomica, se han posicionado en contra de dicha coalición de gobierno y a favor del gobierno en minoría de UPN, alineándose con los puntos de vista defendidos por Ferraz desde hace semanas.

No obstante, el rechazo de la decisión de los socialistas navarros no sólo alimentaría la crispación y el desánimo entre éstos. También constituiría un error estratégico puesto que nos encaminaría inexorablemente a unas nuevas elecciones en las que el PSN sería el mayor perdedor. UPN ya avisó que sólo asumiría un gobierno en minoría en el caso de que el PSN firmase el inadmisible decálogo presentado por Miguel Sanz y que bloquearía absolutamente la capacidad de hacer oposición por parte de los socialistas navarros en los próximos cuatro años.
Por otra parte, lo que se avanzado en relación con las negociaciones sobre la conformación del gobierno de Navarra, con una nutrida presencia de hasta seis consejeros independientes consensuados por las tres formaciones y dotados de un perfil eminentemente técnico, haría que las reticencias a la coalición pudieran aminorarse. Hemos de recordar que la cuestión del reparto de consejerías y de los titulares de las mismas fue el único escollo (al menos, el único admitido) para la ruptura de las negociaciones el día 5 de julio.
De cualquier forma, desde este blog recomendaríamos a los miembros de la Ejecutiva Federal del PSOE la lectura de algunos textos publicados aquí en las semanas anteriores (en especial, los titulados "Nafarroa Bai, un arma cargada de futuro" y "Después del rechazo, la teorización") con el fin de que se informen de primera mano de las características del pensamiento nabaizale en materia político-institucional y para que no se dejen llevar por lo que la derecha mediática y algún socialista poco enterado dicen que dice Nafarroa Bai, manipulando los contenidos del programa de esta coalición. Aparte del hecho de que esos contenidos ya fueron objeto de negociación y de consenso con el PSN durante el mes de mayo y la primera semana de junio, podrán convencerse de que no es tan fiero el león como lo pintan algunos.

martes, 31 de julio de 2007

El decálogo imposible de Miguel Sanz

El último episodio de las negociaciones para la conformación del gobierno representa por parte de la derecha navarra un chantaje en toda regla dirigido al PSN, a la vez que una muestra de institucionalización de la exclusión que ha padecido en los últimos 25 años el electorado vasquista y progresista. Miguel Sanz desveló ayer las 10 condiciones que debe satisfacer el PSN para que UPN acepte constituir un gobierno en minoría. Entre ellas, esta no sólo la de “no plantear o apoyar una moción de censura y garantizar la estabilidad política, social y económica”, sino, además, la de que “los partidos firmantes se comprometen a no modificar o impulsar, sin consenso entre ellos, leyes que exijan mayoría absoluta”. Es decir, se propugna que UPN, estando en minoría, gobierne como si gozase de la mayoría absoluta, castrando totalmente las posibilidades de actuación del PSN en la oposición en cuanto que le deniega el derecho a apoyar un cambio de gobierno dentro de la actual legislatura por medio de la retirada de la confianza de la cámara y en cuanto que le prohíbe pactar con fuerzas como Nafarroa Bai o IU de cara a la elaboración de leyes o de cara a enmendar los proyectos de ley que podría presentar el gobierno de UPN. Un ejemplo de esto último se recoge explícitamente en el decálogo en la medida en que se menciona la obligación de respetar la actual Ley del Vascuence con sus actuales parámetros de zonificación y de desarrollo. Es decir, UPN quiere cercenar de raíz la posibilidad de que las demás fuerzas políticas presentes en la cámara foral modifiquen la citada norma en sentido contrario a sus pretensiones.

Por lo demás, la mayoría de los demás puntos del decálogo no arrojan sorpresas en cuanto que coinciden con el discurso pepero-upenista de estos últimos años: la no reforma del Amejoramiento sin el visto bueno de UPN, el rechazo de cualquier órgano institucional o de gestión con la CAV, el no tomar la iniciativa y votar en contra de propuestas relacionadas con la Transitoria Cuarta, eran puntos ciertamente esperables. Llaman más la atención otros dos apartados. La llamada a la configuración de un Gobierno de Navarra de corte constitucionalista, con especial atención a las políticas sociales y con el respaldo de los agentes económicos y sociales firmantes del Acuerdo Intersectorial (es decir, de UGT y de CCOO que son los únicos sindicatos reconocidos de hecho por UPN, habiendo sido un sostén imprescindible para la política de dicho partido en los últimos quince años en el terreno del deterioro de la educación y de la sanidad, a cambio de recibir prebendas económicas y de representación) constituye un reconocimiento sin ambages del papel jugado por esos sindicatos. Por último, el “impulsar con el Estado las infraestructuras de interés general para Navarra y en clara cooperación con la Administración Central” es otra vuelta de tuerca en este abrazo del oso por parte de UPN: el PSOE y el gobierno de España deberían financiar el TAV en Navarra, así como cualesquiera otras infraestructuras que planteara UPN, en beneficio electoral y político último exclusivo de la derecha navarra.

Ante semejante andanada, la reacción del PSN ha sido decepcionante. En vez de mandar a UPN directamente a paseo y retomar negociaciones con Nafarroa Bai e IU, Chivite respondió con un condicionado de siete puntos por parte del PSN para apoyar el gobierno en minoría de UPN, imposible de cumplir por parte de este partido, lo que, en buena lógica, debería encaminar a la conformación de una mayoría alternativa a la derecha navarra.

Esos siete puntos son los siguientes: Que UPN-PP pida disculpas públicas y retire cuantas mentiras, insultos y descalificaciones se han venido vertiendo especialmente en la manifestación del 17-M y que parecen haber olvidado; Que UPN rompa el pacto político, electoral e institucional que mantiene con el PP, se desvincule de su discurso provocador y recupere sus esencias regionalistas; Que UPN sustituya el discurso del miedo pretendiendo hacer creer que Navarra está en riesgo o en venta y lo sustituya por la convivencia de la pluralidad política; Que UPN se comprometa a apoyar con lealtad al Gobierno de España en sus políticas por la paz y contra el terrorismo; Que UPN abandone la estrategia de la confrontación y deje de utilizar electoralmente los proyectos de infraestructuras; Que UPN se comprometa por las políticas de desarrollo económico equilibrado y por el impulso de los servicios públicos; Que UPN-PP no reclame la anulación de un derecho político como es la moción de censura.

¡Ojalá las bases del PSN consigan que su dirección se anime a dar el paso definitivo de romper este simulacro de negociación con UPN!

martes, 24 de julio de 2007

Lo último sobre la rendición de Puras

Las declaraciones de Fernando Puras hoy a la mañana a RNE certifican varias cosas. En primer lugar, aunque el PSN aún no ha tomado una decisión sobre “una u otra fórmula que lleve a UPN a la Presidencia de Navarra”, es ya incontrovertible que UPN va a gobernar. Todas las posibilidades, en aras de dotar a Navarra de la “mejor gobernabilidad” y la “mejor estabilidad”, parecen abiertas. Incluso, la del gobierno de coalición. Sobre esa posibilidad de formar gobierno junto a UPN, Puras subrayó que “hasta el momento ni se ha descartado ni se ha barajado”, y precisó que no es “un escenario que aparezca como fácil”, en la medida en que su partido ha sufrido “un acoso y un infame tratamiento” por parte de la derecha, que “ha cuestionado” su “compromiso” con la comunidad foral. Obviamente, las demás posibilidades tendrán que ver con el margen de maniobra que se reserve para el PSN por parte de UPN (en cuanto a posibles mociones de censura en el futuro y en cuanto a apoyo a las iniciativas legislativas de UPN; es decir, en cuanto a la capacidad del PSN para hacer oposición real en la cámara navarra) y con las ofertas de cargos y de prebendas que se hagan al complejo socialista-ugetista.
En segundo lugar, el PSN se esfuerza por favorecer la negociación en el sentido más favorable a UPN en la medida en que se expresa en contra de la celebración de nuevas elecciones porque la ciudadanía “ya se expresó claramente” el pasado 27 de mayo en las urnas y no se puede “devolver el problema” sometiéndola a un nuevo proceso electoral, y, a la vez, en relación con la posibilidad de que sea posible alcanzar un acuerdo con NaBai a lo largo de la legislatura, Puras afirma que “no contemplamos esa hipótesis en este momento”. Además, garantiza que el PSN no iniciará “un camino de otra naturaleza pensando en la reversibilidad del escenario”.

En tercer lugar, el PSN parece que quiere continuar con su estrategia de poner en un brete a su propia militancia, de forma que todo el mundo vea las tragaderas de ésta, porque en las reuniones que mantendrá en los próximos días con las agrupaciones locales para darles “una explicación” sobre “por qué no ha sido posible alcanzar un acuerdo” con Nafarroa Bai e IU, tendrá que repetir lo que ha adelantado hoy. En sus propias palabras, la falta de acuerdo con NaBai no se ha debido a los distintos programas electorales, sino que “se ha producido en torno al modelo de gobierno” porque “ellos apostaban por un gobierno con una presencia paritaria de su formación y de la nuestra básicamente”. Es decir, a pesar del consenso alcanzado en el ámbito de lo programático, se reconoce que la ruptura vino porque Nafarroa Bai trató que su presencia en el gobierno navarro fuera equivalente al apoyo recibido en las urnas, el punto mínimo que suelen exigir todos los partidos en todas las democracias avanzadas a la hora de negociar gobiernos de coalición.

lunes, 23 de julio de 2007

Nuevas pistas

Ante el silencio del PSN, dos voces de peso del PSOE a nivel estatal han continuado mareando la perdiz en la mañana de hoy en relación con el entendimiento entre los socialistas y PP-UPN de cara a la gobernabilidad de Navarra. Queda claro que ese entendimiento existirá, pero no se especifica sobre qué bases

En el Foro de la Nueva Sociedad, Fernández de la Vega, portavoz del gobierno español, ha afirmado que el PSN tiene una «profunda convicción de lo que quiere en relación a las necesidades de la gobernabilidad de Navarra, de ahora y de siempre», en una historia «muy complicada» que, con el resultado electoral, dificulta «la posibilidad de llegar a un acuerdo». «Pero en todo caso, el PSN va a buscar el mejor acuerdo que garantice la gobernabilidad, que respete la decisión de los navarros, el interés general de este país y que facilite y mejore la convivencia en Navarra», garantizó.

En rueda de prensa tras la reunión de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, José Blanco anunció que en los «próximos días» se van a despejar las dudas sobre la formación del gobierno navarro, y ante la posibilidad de que pueda haber un pacto con UPN subrayó que «no veo ninguna posibilidad de colaboración directa con los responsables del deterioro del clima actual de enfrentamiento». «Deseamos que se abra un tiempo nuevo para mirar el futuro, y que venga determinado por nuevas actitudes, nuevos comportamientos y nuevas políticas; tendremos que ver que esos nuevos tiempos, actitudes y políticas se van plasmando para poder de verdad abrir las posibilidades de una mayor colaboración». Blanco rehusó ser más explícito sobre la posición que tomará el PSN, a quien corresponde -reiteró- decidir en qué sentido se pronuncia para salvar la situación de bloqueo actual, aunque los socialistas «van a hacer lo que resulte más favorable para Navarra, para su estabilidad y convivencia».

La pretensión de Rodriguez Zapatero de sacar la cuestión navarra del escenario político-electoral, contemporizando con el conglomerado PP-UPN, ya fue refutada ayer por Patxi López, en una entrevista concedida a El Diario Vasco. Ante la pregunta por el posible miedo del PSOE a la posible reacción del PP, el Secretario General del PSE respondió que “esa explicación tiene poco recorrido porque Acebes ya ha dicho que no somos de fiar ni en Navarra. Lo que es evidente es que la posición del PP no va a cambiar por lo que haga el PSN”.

Además de eso, Patxi López hubiera “avalado el cambio de gobierno decidido por los ciudadanos, porque UPN y PP han jugado con Navarra de manera absolutamente desleal (...) UPN se presentó a las elecciones como a un plebiscito para mantener su mayoría absoluta y no lo consiguió. Por lo tanto, los navarros rechazan esa utilización política de Navarra desde la propia Navarra. Por eso se podía haber avalado y avanzado en ese cambio de gobierno. Yo hubiera sido partidario de un acuerdo con NafarroaBai.”
Lamentablemente en toda la entrevista Patxi López no va más allá de esas consideraciones. Ya que en los últimos años nos hemos movido tanto en el ámbito de los escenarios políticos futuribles a instancias del propio Lopez y de otros, como Egiguren, hubiera sido interesante que las hubiera trascendido y se hubiera mojado más en el plano estratégico. Que hubiera ahondado, a partir de la información de la que él seguramente dispondrá, en la significación que, de cara a futuro, en el terreno de la normalización política, podía tener un acuerdo de gobierno de progreso como el que se planteó para Navarra, un acuerdo finalmente desarbolado desde los despachos de su propio partido en Madrid, acogotado por la presión mediática de la derecha y el miedo a un escenario condicionado por un posible cumplimiento de las amenazas de ETA.

viernes, 20 de julio de 2007

Contradicciones en el comunicado del PSN

En su comunicado hecho público ayer a la noche, tras cuatro horas de debate y aprobado por 16 votos a favor y 4 abstenciones (de los 31 miembros de que consta), la Comisión Ejecutiva Regional del PSN consideraba que, tanto las iniciativas como las gestiones formuladas y realizadas a lo largo de todo el proceso de negociación celebrado en los pasados días por la representación socialista con las formaciones Nafarroa Bai e Izquierda Unida, se han desenvuelto en un marco de “superación de la dialéctica de radical confrontación identitaria que se ha venido a instalar en los últimos años y especialmente en los últimos meses en nuestra comunidad, así como de los bloques que la alientan”, estimando que “cualquier propuesta para la formación del próximo Gobierno” debe tener presente dicho marco e intentar avanzar en esa dirección. Asimismo, la Comisión Ejecutiva Regional consideraba que “tanto las iniciativas como las gestiones formuladas y realizadas a lo largo de todo este proceso se han desenvuelto en ese marco y en el de los acuerdos adoptados por el Comité Regional, que iban dirigidos a la formación de un gobierno plural, para el progreso desde la convivencia”. Bajo su perpectiva, “la actitud del PSN-PSOE en la negociación ha sido constantemente la de dotarle de impulso, formulando diversas propuestas e incluso tomando siempre la iniciativa para reanudar las conversaciones en cuantas ocasiones éstas quedaban bloqueadas por la existencia de discrepancias”. Para finalizar,la Comisión Ejecutiva Regional, además de ratificar la confianza depositada en el Secretario General del PSN-PSOE, Carlos Chivite, y en el Candidato socialista Fernando Mª Puras, “queda a la espera y abierta a atender y mantener los contactos y conversaciones con las distintas fuerzas políticas al objeto de conseguir que la comunidad tenga el mejor gobierno posible antes del día 18 de agosto, fecha en la que culmina el plazo dispuesto a ese efecto por el Parlamento de Navarra”.

Hay varias cosas que no se entienden de esa argumentación. No ahondaremos en el esperpento de que se diga que se defienda que se ha luchado por un gobierno de progreso cuando las negociaciones con las fuerzas progresistas se han ido al garete cuando, programáticamente, había un elevadísimo grado de acuerdo y cuando no pueden aducirse para la ruptura disensiones políticas insalvables.
Por otra parte, desechada la opción de articular un gobierno de coalición con Nafarroa Bai e IU por razones de fuerza mayor que tienen que ver con el veto impuesto desde Madrid, la única posibilidad de contactos con otras fuerzas políticas es con UPN. A pesar de que el comunicado intente dejarlo en la oscuridad, ésa es la única posibilidad que resta. De hecho, según informa el Diario de Navarra en su edición digital esos contactos tendrán lugar la semana próxima.

Por último, la consideración del marco de superación de confrontación identitaria de los últimos meses y años como premisa para entablar cualquier tipo de negociación de cara a la constitución del Gobierno navarro resulta ser algo altamente contradictorio con el hecho de iniciar negociaciones con quien, precisamente, más ha trabajado en los últimos tiempos por aquella confrontación: el conglomerado pepero-upenista que, además de no reflejar en sus programas electorales la más mínima corrección de la dinámica emprendida en la última década, convocó el 17 de marzo una manifestación tramposa y mentirosa, desfilando junto con la Falange, con el único fin de dinamitar cualquier puente de entendimiento entre las diversas identidades existentes en nuestra tierra y de intentar apropiarse del concepto de Navarra para sus fines particulares.