viernes, 31 de agosto de 2007

La reivindicación de la transversalidad de Zabaleta

Patxi Zabaleta publica hoy en las páginas de la edición vasca de El Pais un artículo titulado “Transversalidad política sin pasaportes” en el que combina una defensa de la negociación entre diferentes con un relato de lo sucedido en Navarra, saliendo al paso a la vez de algunas las imputaciones esgrimidas por algunos analistas.

Acerca de la primera de esas cuestiones, bajo su punto de vista, “La pluralidad política es uno de los signos de nuestros tiempos y sobre todo de la sociedad del porvenir, y la transversalidad política entre nacionalistas y no nacionalistas constituye hoy día la más acertada expresión y respuesta a una valoración positiva de ese fenómeno social”. “Convivimos en la misma sociedad nacionalistas y no nacionalistas y también algunos que se definen como anti-nacionalistas, a quienes Ernest Lluch denominó con acierto nacionalistas de reacción. Tal hecho social es además de real e irreversible, progresivamente acelerado. La pluralidad no es en sí mismo un hecho social negativo, sino complejo, cuya primera afección constatable es el impacto ante la identidad colectiva política. Es decir, ante la identidad nacional”. “Sin duda, todos habremos de revisar cara al futuro muchas concepciones y actitudes, pero en todo caso la transversalidad política es sin duda, un camino acertado”.

Por lo que respecta al relato de lo sucedido, hay que subrayar que estamos ante la narración, incompleta, como todas, si se quiere, de uno de los protagonistas directos del proceso de negociación. Es decir, no es la de un protagonista indirecto como Felones ni la de un comentarista interesado (como por ejemplo, De Blas, Elorza o los editorialistas de El Pais) en la defensa a posteriori de una decisión tomada desde Madrid.

Primeramente, Zabaleta se refiere a los puntales sobre los que debía descansar el “gobierno de progreso de carácter transversal”: “El común denominador tenía que ser el de un programa de progreso, cuyo acuerdo se demostró posible. La funcionalidad de ese gobierno de progreso exigía también pactar no solo los acuerdos, sino también las diferencias y aparcar o relegar las cuestiones de confrontación. Es decir, trasladar a la política lo que en la vida real es normal y corriente en ámbitos mercantiles, sociales, culturales, etc”. La necesidad del cambio de gobierno “se había tornado de urgente gravedad, no solo por el hecho de que la derecha lleva gobernando 16 años, sino además porque lo hace con caracteres ultras y provocando crispación social. UPN ha actuado como punta de lanza de la política de confrontación del PP y ha dado numerosos ejemplos de sectarismo en políticas sociales, lingüísticas, culturales y hasta de derechos civiles”. Respondiendo precisamente a “esa necesidad de cambio político tan profundamente sentida por la sociedad navarra” la coalición Nafarroa Bai habría realizado “las cesiones necesarias para hacer posible el cambio político anhelado”. El ensayo de transversalidad de Nafarroa Bai no habría representado costes para esa coalición porque, “¿Cómo no habría de impulsar Nafarroa Bai un gobierno transversal, si la propia coalición es en sí misma transversal entre nacionalistas y no nacionalistas?”.

Zabaleta se refiere a lo que Felones consideró obstáculos de orden interno en el proceso de negociación, considerándolas interferidas con algunas de las que aquel autor calificaba como de orden externo y aportando algún dato nuevo que no recordamos haber leído en la prensa (como, por ejemplo, la renuncia incluso al cargo de portavoz del gobierno en exclusividad). “Por estas convicciones Nafarroa Bai siguió negociando aún después de la profunda insatisfacción que le originó el que UPN mantuviese en minoría la alcaldía de Pamplona y otros municipios, a pesar de no compartir la argumentación del PSN de no querer coincidir en votos con concejales de ANV, legalmente elegidos. Nafarroa Bai volvió incluso a la mesa de negociación, aún después de haberse coaligado UPN y PSN en la elección de la mesa del Parlamento, tras la reunión secreta entre el Sr. Blanco y el tandem Del Burgo-Sanz, que estos últimos se encargaron de publicitar de inmediato. Por las mismas convicciones Nafarroa Bai renunció a la presidencia, a la vicepresidencia y se conformó con compartir la portavocía habitual del posible gobierno”.

Zabaleta hace responsable únicamente a Ferraz de lo acaecido, atribuyéndole dos errores graves. “El primero el de la falta de respeto a la ciudadanía navarra y a sus propios militantes y votantes, rompiendo así la palabra empeñada. El segundo grave error del PSOE es el de haber sucumbido a la presión de la derecha, que desde el propio 27 de mayo atacó con todos sus medios la posibilidad de un gobierno plural y de progreso para Navarra”. Para finalizar, anticipa que la meta de Nafarroa Bai se dirige hacia la disputa a UPN de la primacía política, rechaza como anticuadas las “cábalas sobre las ultimas intenciones de Aralar” y la insistencia en centrar el debate político navarro “sobre la división política entre nacionalistas y no nacionalistas” y se reafirma en la necesidad estratégica de la vía transversal (vía que, a nuestro juicio, debe sustanciarse tanto en orientaciones de pacto como en contenidos programáticos).

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