martes, 31 de julio de 2007

El decálogo imposible de Miguel Sanz

El último episodio de las negociaciones para la conformación del gobierno representa por parte de la derecha navarra un chantaje en toda regla dirigido al PSN, a la vez que una muestra de institucionalización de la exclusión que ha padecido en los últimos 25 años el electorado vasquista y progresista. Miguel Sanz desveló ayer las 10 condiciones que debe satisfacer el PSN para que UPN acepte constituir un gobierno en minoría. Entre ellas, esta no sólo la de “no plantear o apoyar una moción de censura y garantizar la estabilidad política, social y económica”, sino, además, la de que “los partidos firmantes se comprometen a no modificar o impulsar, sin consenso entre ellos, leyes que exijan mayoría absoluta”. Es decir, se propugna que UPN, estando en minoría, gobierne como si gozase de la mayoría absoluta, castrando totalmente las posibilidades de actuación del PSN en la oposición en cuanto que le deniega el derecho a apoyar un cambio de gobierno dentro de la actual legislatura por medio de la retirada de la confianza de la cámara y en cuanto que le prohíbe pactar con fuerzas como Nafarroa Bai o IU de cara a la elaboración de leyes o de cara a enmendar los proyectos de ley que podría presentar el gobierno de UPN. Un ejemplo de esto último se recoge explícitamente en el decálogo en la medida en que se menciona la obligación de respetar la actual Ley del Vascuence con sus actuales parámetros de zonificación y de desarrollo. Es decir, UPN quiere cercenar de raíz la posibilidad de que las demás fuerzas políticas presentes en la cámara foral modifiquen la citada norma en sentido contrario a sus pretensiones.

Por lo demás, la mayoría de los demás puntos del decálogo no arrojan sorpresas en cuanto que coinciden con el discurso pepero-upenista de estos últimos años: la no reforma del Amejoramiento sin el visto bueno de UPN, el rechazo de cualquier órgano institucional o de gestión con la CAV, el no tomar la iniciativa y votar en contra de propuestas relacionadas con la Transitoria Cuarta, eran puntos ciertamente esperables. Llaman más la atención otros dos apartados. La llamada a la configuración de un Gobierno de Navarra de corte constitucionalista, con especial atención a las políticas sociales y con el respaldo de los agentes económicos y sociales firmantes del Acuerdo Intersectorial (es decir, de UGT y de CCOO que son los únicos sindicatos reconocidos de hecho por UPN, habiendo sido un sostén imprescindible para la política de dicho partido en los últimos quince años en el terreno del deterioro de la educación y de la sanidad, a cambio de recibir prebendas económicas y de representación) constituye un reconocimiento sin ambages del papel jugado por esos sindicatos. Por último, el “impulsar con el Estado las infraestructuras de interés general para Navarra y en clara cooperación con la Administración Central” es otra vuelta de tuerca en este abrazo del oso por parte de UPN: el PSOE y el gobierno de España deberían financiar el TAV en Navarra, así como cualesquiera otras infraestructuras que planteara UPN, en beneficio electoral y político último exclusivo de la derecha navarra.

Ante semejante andanada, la reacción del PSN ha sido decepcionante. En vez de mandar a UPN directamente a paseo y retomar negociaciones con Nafarroa Bai e IU, Chivite respondió con un condicionado de siete puntos por parte del PSN para apoyar el gobierno en minoría de UPN, imposible de cumplir por parte de este partido, lo que, en buena lógica, debería encaminar a la conformación de una mayoría alternativa a la derecha navarra.

Esos siete puntos son los siguientes: Que UPN-PP pida disculpas públicas y retire cuantas mentiras, insultos y descalificaciones se han venido vertiendo especialmente en la manifestación del 17-M y que parecen haber olvidado; Que UPN rompa el pacto político, electoral e institucional que mantiene con el PP, se desvincule de su discurso provocador y recupere sus esencias regionalistas; Que UPN sustituya el discurso del miedo pretendiendo hacer creer que Navarra está en riesgo o en venta y lo sustituya por la convivencia de la pluralidad política; Que UPN se comprometa a apoyar con lealtad al Gobierno de España en sus políticas por la paz y contra el terrorismo; Que UPN abandone la estrategia de la confrontación y deje de utilizar electoralmente los proyectos de infraestructuras; Que UPN se comprometa por las políticas de desarrollo económico equilibrado y por el impulso de los servicios públicos; Que UPN-PP no reclame la anulación de un derecho político como es la moción de censura.

¡Ojalá las bases del PSN consigan que su dirección se anime a dar el paso definitivo de romper este simulacro de negociación con UPN!

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